La revolución de la nada.

Tras una reciente manifestación contra la prohibición del topless en Argentina, Ezequiel Toti analiza la insustancialidad del feminismo contemporáneo que supone un proceso de destrucción de la propia mujer.

El día de ayer fuimos testigos de un comportamiento singular y triste, un reclamo de igualdad carente de gusto, sentido común, respeto por las leyes y por el amor de la vida en sociedad. Parece ser que nuestro país y nuestro mundo gozan de tanto bienestar, que podemos darnos el lujo de enfocar nuestra atención en una marcha en la que las promotoras bregan por su libertad de ir con el torso desnudo por la vía pública. Desde luego que el cuerpo femenino es una fuente de belleza, y que la prohibición de la desnudez es una pauta cultural, pero, ante esto, surge a su vez el interrogante: ¿tienen estas agitadoras derecho de imponer su ”revolución”? En esta búsqueda de igualdad ¿entienden acaso estas mujeres que hombres y mujeres son iguales pero complementarios a la vez?

La utopía de la igualdad total que proponen, parece responder a un ego inflado que pretende estar por sobre todo orden natural. Igualdad no es justicia, igualdad equivaldría a decir que el hombre puede reclamar embarazarse y dar a luz. Este pedido de igualdad va en aumento, y en esta carrera se pierde el eje de la esencia de lo masculino y lo femenino, de lo bello de la unión de dos esencias distintas.

Este reclamo de igualdad incluyó la vandalización de un coche policial, ¿los autores serán tratados con la misma igualdad como a cualquier otro vándalo, o se indignaran acusando a la justicia de opresora y patriarcal?

Nada nuevo bajo el sol: medios masivos haciéndose eco en un verano aburrido por rating, políticos ideologizados de turno sumándose por algo de notoriedad, y hasta curiosos “voyeuristas” se hicieron ver en esta triste y pobre manifestación.

¿Qué motiva a estas manifestantes?: modas, aburrimiento, vacío, resentimiento, sentido de pertenencia a un grupo, etc. Las causas son siempre multifactoriales pero globalmente podemos afirmar que este tipo de reclamos, que por cierto no son la prioridad de un mundo en crisis sino más bien un reflejo, nos muestran una sociedad que perdió el norte y que sabe que ”se le fue la mano”, como decimos los criollos, y que ya no sabe cómo solucionar este desmadre.

Muchas personas son llevadas de las narices, en su buena voluntad, por promotores de ideologías perversas destinadas a aniquilarlos a ellos mismos como peones de una cruel partida de ajedrez, basta pensar en los lugares que son elegidos como escenarios. El primero que me viene en mente, es la plaza San Pedro en el Vaticano, donde las activistas ”Femen”, en su momento con el torso desnudo, se introdujeron crucifijos en su anatomía, aprovechándose de la misericordia que ofrece la Santa Iglesia Católica pero que no comparten otras religiones.

En Arabia hay ingresos separados para mujeres y hombres en los café Starbucks (la misma corporación que propuso boicotear a Trump contratando inmigrantes… algún ingenuo creerá que es por solidaridad más que por mano de obra barata). Sin embargo, yo no leí noticia alguna sobre una marcha frente a esta cadena de cafés o, siquiera, algo parecido en los países donde rige la sharia.

Hubo en la historia grandes mujeres valientes. Incluso una que se calzó la armadura masculina del caballero por defender a Dios y a su Rey, pero claro Santa Juana de Arco parece menos heroica para el mundo moderno que una feminista, ante ellas seguro es una oprimida del patriarcado.

La mujer, ejemplar de belleza por donde se la mire, nos regala su femineidad a través del misterio (sabe ser sugerente y jugar con la fantasía), o por medio de la capacidad de crear (dar vida a un bebé o a la obra artística, mal que le pese a las que favorecen toda medida antiprocreación), y en su fortaleza, que hace sobrevivir hogares, y que por esto es mayor que la del hombre.

¿Llegará el día que nos prohíban ser caballeros andantes? ¿En el que no nos permitan defender el honor de una mujer? ¿Que la falsa igualdad nos encuentre, tan lejos de la rota barrera de los límites, que nos podamos autodestruir de un gran bostezo porque nada queda ya por corromper? Pese a sus declaraciones, estas vociferantes de torso desnudo no me engañan: en el fondo de su ser buscan o buscaron un príncipe azul, quién sabe qué paso en el camino de su vida que las hizo negarse a esa tendencia innata de buscar la complementariedad del varón viril en vez de querer emularlo o reemplazarlo. Yo apuesto a que algún día un baño de humildad les devolverá la cordura y entenderán que no están haciendo la revolución sino una injusta guerra.

Texto: Ezequiel Toti. Delegado de Rinnovamento nella Tradizione – Argentina, y Benemérito de la Real Casa Saboya.

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Ezequiel Toti
Ezequiel Toti

Vicario para la Argentina de Sodalitas Pastor Angelicus y Vicepresidente Internacional de Rinnovamento nella Tradizione.

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