
Texto: Condesa de Bobadilla. Con la vorágine de información en torno a las elecciones, otras noticias han pasado desapercibidas, pero ahora que se habla del ataque a la educación concertada de la ministra Isabel Celaá, se hace necesario denunciar el acoso que están sufriendo los profesores de religión en Andalucía, Aragón, Canarias, Ceuta y Melilla, comunidades donde la Educación Primaria es competencia del Estado.
En estas comunidades se han venido reduciendo las horas lectivas de religión, recortes que ya llevan años produciéndose en toda España, con la diferencia de que en estas ciudades donde tiene competencia el Ministerio de Educación, a los profesores de religión se “les prohíbe completar sus horarios con otras colaboraciones en los colegios”.
Alrededor de 240 docentes de esta asignatura en Aragón, Ceuta y Melilla han sufrido un recorte de entre el 30 y el 40 por ciento de su jornada laboral después de que la cartera que dirige Isabel Celaá resolviera a partir de este curso retribuir solo las horas que los profesores dedican a dar la clase de Religión.
Hasta ahora lo habitual era, que al profesorado de religión cuyas horas de clase eran inferiores a su jornada laboral, se les permitiera completar esas horas realizando otras funciones como biblioteca o coordinaciones. Efectivamente, en julio pasado, el Ministerio de Educación y Formación Profesional envió una nota informativa a los colegios indicando, como en años anteriores, que, si los profesores de religión disponían de alguna hora lectiva libre podrían completar su jornada laboral con otras tareas de coordinación asignadas por la jefatura de estudios. Si bien, el delegado sindical de CSIF denuncia que no fue hasta ya empezado el curso en septiembre cuando se comunicó la reducción de las jornadas e incluso los despidos en algunos casos. En primer lugar, la dirección provincial de Ceuta y Melilla informó a los directores y, a los profesores, se les comunicó por escrito en la segunda mitad de septiembre, una vez comenzadas las clases.
Así, en comunidades como Ceuta y Melilla, algunos profesores han sido despedidos, pasando sus horas de religión a otros docentes, o han visto su jornada laboral reducida a 5 horas semanales, con la consiguiente reducción de su salario a 500 euros mensuales.
En Aragón la clase de religión se ha reducido de 90 a 45 minutos semanales al tiempo que se ha aumentado la ratio alumno:profesor. La Asociación Lucha Laboral Profesores de Religión Católica Aragón (ALPRECA) denuncia que la conferencia episcopal también advierte que las bajas “nadie le cubre” y los alumnos se quedan sin clase. “Nos sentimos muy desprotegidos, la palabra es soledad”, subrayan.
El truco que se usa, entre otros, para erosionar la clase de religión es no sustituir las bajas de profesores de la asignatura y, simplemente, dificultar que se asignen profesores a la materia.
«Nuestros salarios se han visto reducidos a la tercera parte. Con 27 años de antigüedad, mi nómina se ha quedado en 500 euros»
También ha denunciado que hay profesores de religión que llevan más de 15 años trabajando y que actualmente tienen que ir hasta a cuatro centros diferentes a lo largo de la semana para dar clases. “Antes no pasaba esto”, ha asegurado Amelia Álvarez, representante de la Coordinadora Nacional de las Plataformas de Profesores de Religión de la Enseñanza, que considera que hay “un prejuicio ideológico tras la política socialista“. “Siempre han estado contra la asignatura y contra la libertad de elegir de los padres, llevamos así muchos años, es una plantilla que se va viendo mermada y que tiene que luchar cada año contra esta agresión ideológica”, ha lamentado, al tiempo que ha reivindicado los Acuerdos de 1979 entre la Iglesia y el Estado. Según estos acuerdos, los planes educativos en Preescolar, Primaria, Secundaria y Bachillerato “incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales”.

Desde Numen queremos denunciar, que la asignatura de religión está sufriendo un auténtico bullying en los colegios de las ciudades donde tiene competencia el Ministerio de Educación. Igual que existen campañas de “Todos contra el bullying”, es necesario que todos los defensores de la fe católica y su enseñanza en las escuelas nos echemos hacia delante para denunciar este acoso por parte de las instituciones. Como dicen esas campañas: “QUE NO NOS CALLEN”; “QUE NO NOS EXCLUYAN”; “QUE NO NOS ASUSTEN”. La educación moral y espiritual de nuestros hijos depende de ello.
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