
Para sorpresa de muchos “Tres anuncios en las afueras” se ha convertido en la gran sensación cinematográfica del año, pues no ha parado de acaparar galardones y, con siete nominaciones a los Oscars, va camino de ser una de las películas triunfadoras de esta edición.
La película narra la historia de una mujer, Mildred Hayes (Frances McDormand), que lleva siete meses esperando a que la policía local encuentre alguna pista sobre el brutal asesinato de su hija adolescente, que no sólo fue violada, sino además quemada viva. Viendo que el caso ha quedado en un punto muerto, Mildred Hayes coloca tres anuncios en el extrarradio de Ebbing (Missouri) con los siguientes mensajes:
“Violada mientras moría
¿Y aún ningún arresto?
¿Cómo puede ser, sheriff Willoughby?”.
Así, con estos carteles, letras negras sobre fondo rojo, esta supuesta “madre coraje” desata la polémica en el pueblo, creando una tensión con la que confía poder lograr su objetivo: encontrar los culpables de tan horrendo crimen.
La gente del pueblo apoya al jefe de policía Willoughby (Woody Harrelson), posicionándose así en contra de Mildred. Y es que es un buen hombre, querido por sus conciudadanos, que nos transmite simpatía y cierta nobleza y con un sentido acusado de la justicia (él mismo se encarga en secreto de pagarle a Mildred los anuncios cuando a ella se le acaba el dinero). Para mayor drama, padece un cáncer terminal, lo cual no le impide empatizar con el dolor de esta madre, quien sin embargo no vacila a la hora de exponerle públicamente como responsable de que no se haya encontrado al asesino de su hija. Sin adelantar demasiado de su argumento, sí decir que el sheriff se convierte en el faro y guía moral de los personajes de esta película contribuyendo a dotarles de algo de humanidad según avanza la cinta.
Aun así, Mildred no cejará en su empeño por vengar la muerte de su hija y continuará adelante en su oleada de violencia.
El director, Martin McDonagh, que es un dramaturgo proveniente del mundo del teatro, y esto se nota en el guión y en su dirección de actores, reconoce que la película tiene tintes de Spaghetti Western. Es un Western moderno con aires de comedia negra, que comienza como un duelo de pistoleros entre Frances McDormand, en el personaje de Mildred, y el jefe de policía que encarna Woody Harrelson.
Sin embargo, una de las escenas más potentes de la película, y que demuestra que bajo esa coraza de acero inmune a todo lo que no sea su propio sufrimiento, Mildred también posee un corazón capaz de compadecerse por el dolor ajeno, transcurre durante el interrogatorio de ésta por parte del jefe Willoughby.
Esta escena muestra todas las aristas del personaje de Mildred. Dura, corrosiva, llena de rabia y deseos de vengarse de todo y de todos, parece que su corazón se hubiese congelado el día que se paró el de su hija…pero de repente hay un resquicio para conmoverse y para la esperanza…¿o eso nos hace creer esta cinta que está llena de giros inesperados?
El ambiente, los personajes y el tono recuerdan inevitablemente al Fargo de los hermanos Coen, y la interpretación de Frances McDormand, una evolución natural de Marge, la policía embarazada que interpreta la actriz en esta misma película.
El tercer personaje de esta historia es el agente Dixon, un policía violento, estúpido y racista, que pega palizas a negros y se emborracha hasta el desmayo en el bar del pueblo cuando está fuera de servicio. Es un personaje realmente despreciable, pero que aun así es capaz de despertar nuestra compasión y casi “simpatía” por ese poso de inocencia infantil que tiene, fruto de una educación opresiva por parte de una madre dominante y castrante. ¿No nos recuerda un poco al Norman Bates de Psicosis?
Tengo que confesar que he intentado escribir y reescribir mi crítica sobre esta película varias veces y me ha pasado algo curioso. Cuando salí del cine estaba convencida de haber visto una película brillante, con un magnífico reparto y un guión increíble con unos diálogos llenos de fino ingenio. Sin embargo, según me he puesto a analizar la película con más detenimiento, me ha pasado como al quitarle capas a una cebolla; que la película se me ha ido haciendo cada vez más pequeñita hasta darme cuenta de que, tras estos actores soberbios hay poca chicha como historia y aun menos como supuesta crítica social.
Para lo bueno y para lo malo, Tres anuncios en las afueras es el filme de un dramaturgo transformado en guionista y director. A ratos es imposible no embobarse con sus brillantes juegos de palabras y sus batallas verbales demasiado bien escritas. Y es que esos mordaces diálogos suenan forzados e inverosímiles en unos personajes de un pueblo rural de medio oeste americano.
Pero si la cinta buscaba ridiculizar al arquetípico votante de Trump, no sólo no lo ha conseguido, sino que ha quedado en una caricatura llena de estereotipos del americano del medio oeste, paleto, brutal y racista.
En la escena en la que Mildred echa de su casa al sacerdote del pueblo cuando éste viene a ver si puede ayudar a reinstaurar la armonía en la comunidad quebrada tras la colocación de esos anuncios, ésta se marca una diatriba acusando a la Iglesia católica de pedófila y comparando el sacerdocio con formar parte de una banda criminal en la que todos son culpables. Probablemente esta escena llene de regocijo a muchos, pero está completamente fuera de contexto y desconectado de la historia. Es pura demagogia para que el anticlericalismo lo aplauda.
Frances McDormand, en la presentación de Tres anuncios en las afueras de Ebbing, Misuri.
La película también denuncia de pasada el tema del racismo, encarnado en el bobo y violento policía Dixon (Sam Rockwell). Pero un fallo imperdonable en estos tiempos que corren, es que se critica su comportamiento pero también se le justifica, quedando los personajes de color como mero decorado sin voz en esta historia. La decisión del cineasta, de que al final, la película que en principio parecía centrarse en la lucha de una madre coraje por conseguir justicia para su hija asesinada, termine siendo la historia de la supuesta redención de Dixon, que se convierte en el “antihéroe”, no porque se arrepienta de ser racista, sino porque decide ayudar a Mildred a encontrar al asesino de su hija, sin duda levantará ampollas en gran parte de la audiencia de Estados Unidos.
Por si teníamos pocos ingredientes de denuncia en la película, también aparecen la misoginia y la violencia de género a través del personaje del ex-marido de Mildred (John Hawkes). ¿De verdad no resulta forzado? Es creíble que un tipo tan flojo como el ex marido haya maltratado a Mildred durante años y ella lo haya tolerado? A mí desde luego no me convence, Mildred no es el tipo de mujer de la que se pueda abusar y salir ileso de ello. ¿Y no es otro tópico que se líe con la clásica jovencita sexy y estúpida?
En el año en que parece haberse caído el velo en torno a los abusos sexuales ejercidos por poderosos hombres de Hollywood, hay quienes han visto en el personaje de la protagonista un ejemplo de empoderamiento de la mujer. No hay lugar a dudas de que es una joya de papel para cualquier actriz y que el cine de los últimos tiempos adolece de personajes femeninos fuertes. Siempre me ha parecido injusto que a las actrices no se las permita envejecer, y se tengan que someter a ridículas intervenciones estéticas donde pierden toda su expresividad. Por eso es una alegría poder ver en la pantalla grande a actrices de la talla interpretativa de Frances McDormand, a quien las arrugas formadas en su rostro a lo largo de las décadas que llevamos viéndola en el cine, no han hecho sino dotarla de más atractivo para un mayor rango de papeles. Ese rostro curtido por la experiencia da credibilidad y realismo a sus interpretaciones. Los que disfrutamos viendo una buena película queremos ver más papeles importantes para mujeres de todas las condiciones.
Para mí la gran contribución de Tres Anuncios en la Afueras en el año del “Empoderamiento de la mujer”, es ver a esta mujer en un papel que antes sólo lo hubiéramos imaginado encarnado por un hombre.
Hasta ahí estoy de acuerdo con los que han calificado a la cinta de feminista, pero querer poner al personaje de Mildred Hayes de ejemplo de mujer fuerte y segura, en el que inspirarse las jovencitas de todo el mundo, me parece un despropósito. Partimos de que es una mujer cuyo mundo se ha derrumbado desde que asesinaron a su hija. Ya no tiene valores en los que creer, ni le importa nada ni nadie mas que su propia ira y su deseo de pagar con violencia lo que le han hecho a su hija. Violencia que ejerce indiscriminadamente. Son circunstancias extremas que derivan en un comportamiento salvaje que de ningún modo pueden ser ejemplo para nadie. Hay muchos personajes femeninos en el cine que son mejor ejemplo, como Julia Roberts en Erin Brokovich, la película de Steven Soderbergh, que exhibe una protagonista fuerte y decidida en su vida profesional, pero también una auténtica madre coraje. Me vienen también a la mente la Mulan de Disney, inconformista, soñadora y decidida; o incluso la teniente Ripley de Sigourney Weaver en Alien.
He leído en alguna entrevista a Frances McDormand, que dice que se inspiró en John Wayne para interpretar al personaje protagonista. Pues sinceramente no he encontrado en Mildred Hayes nada que me recuerde al mítico John Wayne y sí mucho del Clint Eastwood de Harry el sucio y del “ojo por ojo y diente por diente” Mildred también me recuerda mucho a un Rambo versión femenina con ese mono vaquero que no se quita en toda la película.
Son demasiados temas importantes los que quiere abarcar la “Tres anuncios en las afueras” durante sus dos horas de metraje, y es bien cierto el dicho que dice que “el que mucho abarca poco aprieta”. Es imposible tratarlos todos con el rigor y profundidad que se merecen, con lo que la historia al final pasa por la mayoría de manera superficial jugando demasiado con los clichés y los estereotipos.
Con todo, no digo que sea una película que no merezca la pena ver. Hay planos de gran belleza visual, las interpretaciones son magníficas y la película, aun con sus fallos, tiene calidad. Simplemente quiero decir, que la historia no es tan brillante como quieren hacernos creer.
Aun así me gusta el final abierto de la película, que se puede interpretar desde muchos ángulos, lo que despierta debate y eso siempre es positivo. Pues al final la cinta también parece hablar de cómo gente que no se entiende acaba encontrando puntos de contacto y como personalidades opuestas terminan uniéndose a través de objetivos comunes.
Pero…¿ qué camino seguirán nuestros dos “antihéroes”?…Tal vez la clave del film la tenga el personaje menos brillante de la cinta, la novia sexy y bobalicona del ex marido de Mildred cuando clama que “la violencia engendra más violencia”.
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