
Texto: Belén Pardo y Cifuentes. El dos de junio de 2019 se convierte en otra fecha importante en la biografía del Rey Juan Carlos I. La decisión de Juan Carlos I de completar su retirada de la vida pública a partir de ese día ha sorprendido a los españoles, como sorprendió hace cinco años la abdicación de la Corona de España.
Juan Carlos I, de ochenta y un años, comunicó esta determinación por carta a su hijo el Rey Felipe, en una clara deferencia al actual Monarca: “con una firme y meditada convicción, hoy te expreso mi voluntad y deseo de dar este paso y dejar de desarrollar actividades institucionales a partir del próximo 2 de junio”.
A lo largo de su reinado Don Juan Carlos ha actuado con firmeza y prudencia, convencido de hacer siempre lo que más beneficie a España y a la Corona. Si ahora ha decidido pasar el resto de su vida apartado de la actividad pública, eso no va a implicar que se olvide su histórico esfuerzo para abrir caminos, construir puentes y recomponer relaciones, en circunstancias difíciles, con lo que ha conseguido llevar a España al lugar donde quería el pueblo y a ser admirada en el resto del mundo.
Recuerda la imagen de su padre el Conde de Barcelona, cuando al renunciar a sus derechos dinásticos, acabó su discurso con la palabra “España: Por España, Todo por España, Majestad”. Y esa ha sido su constante actuación.
En su primer discurso como Rey, Don Juan Carlos se propuso iniciar una nueva etapa de la Historia de España en paz, trabajo y prosperidad, fruto del esfuerzo común y de la delicada voluntad colectiva. La Monarquía ha sido fiel guardián de esa herencia, y procurado en todo momento mantener la más estrecha relación con el pueblo.
Desde 1975 hasta el 2014, han sido casi cuarenta años de unión con los españoles, todos los españoles han estado con el Rey y se ha ganado el aprecio y admiración de hasta los no monárquicos pero sí “juancarlistas”.
Hoy, con esta decisión de Juan Carlos I se abre un homenaje y un balance a su importancia en la historia reciente de nuestro país, porque ha sido referente ineludible de la realidad global de una España, diversa y plural, por su singular labor en el proceso de instauración de la democracia en nuestro país y por ser uno de los grandes artífices de la Transición Española, que llevó a denominarlo “piloto del cambio” por su papel decisivo en este periodo histórico.
Su papel de Rey durante casi cuatro décadas y cinco años de Rey “emérito” han sido de una excepcional capacidad simbólica y, a su vez, de extraordinaria eficacia.
Su gran formación y su proverbial instinto le han convertido en ejemplar baluarte de nuestra imagen y de nuestros valores y principios. Porque Juan Carlos I ha impulsado constantemente la democracia y la promoción de los derechos humanos, ha sido la viva imagen del dinamismo, el avance y la evolución de nuestra sociedad que, ejemplarmente, supo superar las divisiones históricas y dotarse de un régimen democrático a la altura de las circunstancias de nuestro entorno natural, político, geográfico y cultural, con imagen de modernidad y pragmatismo.
Siempre va a ser recordado porque su relevancia nunca se ha reducido a una representación meramente institucional sino también plenamente operativa, abogando por los intereses concretos de España y de los españoles.
Hoy es una fecha histórica. Pero Juan Carlos I, aunque ya no tenga actividad oficial, su huella permanece. Continuará siendo ese Rey amable, “campechano” que acercó a los españoles y que se acercan a él con respeto, simpatía y cariño.
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