
Ese enorme vacío que deja el pensamiento crítico cuando desaparece sólo puede ser cubierto por la anécdota. En España lo anecdótico suele imponerse sobre lo principal, y así lo resumimos todo…
El paludismo causó estragos en España hasta hace poco, el palurdismo sigue causándolos en la actualidad.– Rafael de Aguilar Poyatos.
Texto: el Conde de Bobadilla.
Esta España del fin de la cita, es la España de la anécdota, la España que se queda con el detalle que no expresa nada y se olvida de la idea principal de las cosas. Ya pasó, por poner un ejemplo que todos podremos recordar, con la primera visita de Sarkozy a España, cuyo resumen de la misma, esa anécdota recurrente en la que siempre resumimos todo pero que no es significativa de nada, quedó reflejado en algún titular del tipo: “Sarkozy, eclipsado por Carla Bruni en su primera visita de Estado a España”. Y es que, claro, ¿a quién le importa la agenda de asuntos que tratar al más alto nivel bilateral cuando Sarkozy viene acompañado por la Bruni? Porque la bilateralidad de la cumbre no la marcaron Sarkozy ni S.M. el Rey Don Juan Carlos, ni los asuntos a tratar, sino la Bruni y, aún mejor: la Bruni junto a S.A.R. la Princesa de Asturias. Porque ¿Quién recuerda lo que en ella se dijo sobre la cooperación hispano-francesa relativa a la lucha antiterrorista, el aunar criterios ante la reforma del sistema financiero internacional y la presidencia española de la UE, o sobre la situación en áreas como el Oriente próximo, el Mediterráneo o Afganistán? No, no nos engañemos, si de algo se habló en esos días, si una imagen a modo de resumen quedó, potente, impregnando todo ello, fue la foto trasera de Carla Bruni y S.A.R. la Princesa de Asturias subiendo unas escaleras… Y así nos va…
Ahora, este periodismo de anécdota, este periodismo que más que informar desinforma, que se queda con lo accesorio para que solape lo verdaderamente esencial, nos sorprende con otra “perla”: la España del trasero de la Bruni pasa a ser la España del “fin de la cita”. Hoy el “fin de la cita” parece no tener fin, porque todo el mundo cita el dichoso “fin de la cita”. Y en eso resumimos la comparecencia de Rajoy en el Congreso de los diputados. Lo cual no deja de tener cierta lógica trágica, propia del humor negro español, pues, después de todo, la comparecencia, en este pueblo que no ejerce nada la crítica pero sí ejerce la anécdota, bien la reflejaba una genial viñeta de ABC. En ella se veía a Rajoy saludando, justo al inicio de su intervención, y, antes de decir más, de la izquierda de la Cámara surgían unas voces que acusaban: “Mentira, mentira”, y de la derecha otras que le jaleaban dando todo lo que decía, o, mejor dicho, todo lo que aún no había dicho, por verdadero y cierto. No hacía falta nada más porque somos así de apriorísticos y las opiniones ya estaban tomadas desde antes de que Rajoy se dejara ver por el Congreso, así que, consecuentemente, ese enorme vacío que deja el pensamiento cuando desaparece sólo podía ser cubierto por la anécdota. Y en eso estamos: ante un periodismo que usa las técnicas propias de la desinformación y ante una opinión desinformada, que resume todo en el chascarrillo más que repetido de “fin de la cita”. Esta es la España del fin de la cita y esta la España del fin del más mínimo pensamiento crítico…
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