
Texto: la Condesa de Bobadilla. Pocos destinos hay tan evocadores del esplendor de una época como un recorrido por los paisajes de los lagos de Italia con sus soberbias villas aristocráticas, sugerentes burgos antiguos llenos de historia y encanto, y esa impresionante impronta que deja en la retina matices turquesas fruto de la fusión de los verdes de las montañas y los azules del lago en su reflejo en el agua. Son imágenes que, el que haya tenido la fortuna de visitarlos estará de acuerdo conmigo, quedan fijadas entre nuestros más bellos recuerdos y nunca se olvidan. No en vano estos lagos han sido lugar de vacaciones de la nobleza y clases dirigentes desde tiempos inmemoriales.
Comenzamos nuestro recorrido por los Lagos de Italia con el Lago de Como, que es probablemente el lago más conocido, sobre el que más se ha escrito y que cuenta con una larga historia de personajes ilustres que han hecho de sus villas su morada. Músicos, artistas y escritores como Stendhal, Da Vinci, Manzoni, Flaubert, Rossini, Verdi, Bellini o Listz encontraron en el Lago de Como su caudal de inspiración. Científicos como Volta o políticos como Bonaparte, Garibaldi y Churchill también se dejaron seducir por sus paisajes y sus villas de ensueño. Personalmente es el lago al que más cariño tengo, pues en él han transcurrido algunos de los momento más felices de mi época de estudiante en Milán. Con el tiempo he llegado a conocer los grandes lagos de Canadá, pero ninguno iguala la incomparable belleza de este lago, largo y estrecho que más parece un sinuoso río que imparable se abre paso entre montañas, permitiendo así una vista casi indiscreta a las majestuosas villas que en su orilla se alzan.
Con un área de 146 metros cuadrados, es el tercer lago más grande de Italia (tras el Lago de Garda y el Maggiore), y con sus más de 400 metros de profundidad, uno de los más profundos de Europa.
Nacido al interior de una cavidad excavada entre montañas por los lentos movimientos glaciares en el periodo cuaternario, el Lago de Como tiene una curiosa forma de “Y” invertida. Las rocas desplazadas forman el promontorio que constituye la población de Bellagio, punto de intersección de las tres ramas del lago y vivo testimonio de las tremendas fuerzas de la naturaleza con las que fue creado. Desde Bellagio la panorámica no puede ser más impresionante. A la espalda, los brazos sureste y suroeste del lago (Bellagio significa literalmente eso, bi-lacus: dos lagos). Al frente, el brazo norte en toda su extensión y la vista punteada de los pueblos de Varenna, Cadenabbia, Menaggio y como telón de fondo la cordillera alpina, cuya vista alcanza más allá de la frontera con Suiza.
El Lago de Como, gracias a su posición estratégica, a caballo entre las regiones del Norte y la Llanura Padana, ha jugado un papel importante en las comunicaciones entre Norte y Sur, y ello ha favorecido que estuviera habitado ya desde la primera Edad del Hierro.
Los primeros en habitar la región fueron los pueblos protohistóricos celtas que los romanos llamaron Galos, que por el dominio visual que el lago les proporcionaba, construyeron donde hoy está Bellagio varias torres de vigilancia.
En el año 49 A.C., Julio César tomó la ciudad de Como y la pobló con 5.000 colonos dando al lago el nombre de Larius y otorgando la ciudadanía romana a todos sus habitantes. A partir de ahí fueron los Romanos los que hicieron del lago uno de sus sitios de retiro favoritos.
Las villas de recreo romanas de Como ya eran populares desde el inicio del siglo I d.C. y es casi seguro que fue en el lugar que hoy ocupa la Villa Serbelloni, en Bellagio, donde el poeta Plinio el joven ordenó construir su Villa Tragedia (había también una segunda villa, llamada Comedia, en el valle), y ese fue también el lugar en el que tras la caída del Imperio Romano se construyó el castillo defensivo y la fortaleza de la ciudad de Bellagio cuyas ruinas del siglo XI se pueden visitar aún hoy. Antes de Plinio el Joven, su abuelo, Plinio el Viejo escribió en Como los 37 volúmenes de su célebre Historia Natural.
Además de ser lugar de recreo de la aristocracia romana, en la costa oeste del lago se construyó la Via Regina, que es la misma carretera que conecta hoy Italia con lo que antes era Raezia (provincia romana que hoy englobaría el área geográfica que comprende Suiza, suroeste de Alemania y oeste de Austria).
Bajo el mandato del emperador Augusto, la región del Lago de Como gozó de mucha popularidad por su importancia como vía de conexión comercial entre el valle del Po (lo que hoy es Milán) y el valle del Rin al norte (hoy Alemania), gracias a los pasos construidos en Suiza que permitían a los viajeros cruzar los Alpes.
Con el desarrollo del cristianismo, la población de Como fue paulatinamente evangelizada gracias a santos como San Felice (primer obispo de Como) y Sant’Abbondio (representante del Papa León el Grande).
Pero la prosperidad de Como pronto despertó las envidias de tribus bárbaras como los Hunos y los Godos, que la invadieron en varias ocasiones imponiendo unos impuestos muy altos a sus habitantes.
Poco después, cayó bajo el dominio de los francos cuando los longobardos fueron derrotados por el ejército de Carlomagno en el año 774. Como volvió a ser una ciudad libre y eso repercutió favorablemente en su economía. Desde que, aproximadamente el año 1000, Como se convirtió en municipio autónomo, ha tenido siempre que luchar por su propia autonomía.
En el siglo XII, la vecina Milán también ambiciona la prosperidad de Como y las acaudaladas familias milanesas de los Visconti y los Sforza se suceden en el poder de la ciudad. Durante este periodo se construyen muchas de las iglesias románicas de Como, entre ellas las de San Carpoforo, Sant’Abbondio, San Fedele, San Giacomo y San Provino. Los Visconti y los Sforza son responsables de la construcción del canal de Paderno, ambicioso proyecto inconcluso que buscaba permitir la navegación entre Milán y el Lago de Como a través del río Adda.
En 1158, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Federico I Barbarroja, construyó varias torres defensivas para proteger Como de Milán, hasta que el 1162 Milán fue completamente destruida.
Sin embargo, la única isla del lago, la Isla Comacina, fue reducida a cenizas por los furibundos comascos, apenas 7 años después, en 1169, en represalia por su alianza con Milán durante la guerra de los 10 años. Hoy se pueden observar en la isla, las ruinas de tan sangrienta guerra.
Después de otro breve periodo de sometimiento francés, Como estuvo bajo el dominio de los Españoles durante dos siglos (1535-1713). “Después de 1535, el Ducado de Milán se convirtió en una posesión del estado español con Carlos V”.
Con Carlos VI comienza un periodo floreciente para la ciudad de Como, el opresivo régimen de impuestos existentes se alivia notablemente y la economía mejora enormemente. Es en este periodo cuando se inicia la construcción del Duomo de Como, diseñado por D.Fontana con la ayuda de Filippo Juvara. En el año 1745 nace el famoso físico Alessandro Volta.
Napoleón gobernó Como durante un breve periodo de tiempo, entre los años 1796-1815, para pasar a manos de los austriacos tras el congreso de Viena.
EN 1825, Alessandro Manzoni escribe la novela Los prometidos, que llega a convertirse en la novela más leída en lengua italiana. La trama se sitúa en Lecco, en 1628, durante el sometimiento español.
No es hasta el año 1859 que Como pasa a formar parte del Reino de Italia, con la regencia de la Casa de Saboya, después de que Giuseppe Garibaldi derrotase a los austriacos en la batalla de San Fermo.
El lago de Como también ha sido escenario de episodios oscuros de la historia reciente de Italia, pues fue en Dongo donde capturaron a Mussolini y Claretta Petacci, siendo fusilados poco después en la vecina localidad de Mezzegra en 1945.
Hoy Como es una ciudad próspera, famosa por su industria textil y de la seda, así como por el diseño y fabricación de muebles. Pero el lago sigue siendo un imán para el turismo, donde cada año llegan miles de visitantes hechizados por sus magníficos paisajes y las poblaciones que sobre él se alzan, las cuales aún hoy conservan ese aire de pequeña localidad con encanto y nunca parecen sobrepobladas.
A pesar de que el protagonismo indiscutible se lo lleva el lago, sería una pena no dejarse perder por el casco medieval de Como y poder contemplar algunas de sus innumerables riquezas. De entre todas, sin duda destaca la Catedral de Como, cuya construcción comenzó en 1396 bajo la supervisión de Lorenzo degli Spazzi di Laino, no siendo terminada hasta 1770 con la construcción de la cúpula realizada por el arquitecto Filippo Juvara. Es por ello que se funden en ella diferentes estilos arquitectónicos, y aunque se la considere eminentemente gótica, por su fachada y nave central, también reúne numerosos elementos decorativos renacentistas y su cúpula es de estilo rococó. Adosado a su fachada está el Ayuntamiento, antiguo palacio comunal, construido en el siglo XIII, con soportales en la planta baja y hermosas ventanas triples en la planta superior.
También merece la pena visitar la Iglesia de San Fedele en estilo románico lombardo, construida alrededor del año 1120 sobre un edificio preexistente, o la basílica románica de Sant’Abbondio, joya del románico lombardo con sus maravillosos frescos.






Cerca de la catedral, encontramos el Teatro Social de Como, inaugurado en 1813. Desde sus comienzos, ha atraído a los mejores músicos y cantantes y en él se han representado óperas, ballets, obras de teatro y conciertos. Durante la Segunda Guerra Mundial, este teatro albergó al Teatro de La Scala de Milán, que permaneció cerrado.

En los límites de la ciudad vieja se alza la Torre de Porta Vittoria, de 40 metros de altura, construida en el año 1192. Es el vestigio de la muralla romana destruida durante la guerra de los 10 años, y reconstruida por Barbarroja durante su lucha contra Milán, teniendo en los habitantes de Como sus aliados.

Una buena manera de obtener una vista panorámica de Como, de su lago y de los Alpes, es subiendo en el funicular que lleva a Brunate, el punto más alto de la ciudad.


Pero es inevitable que nuestros pasos nos lleven de regreso al lago, que atrapa a paseantes y turistas por igual. Un buen sitio para contemplar una vista impresionante del lago, mientras se toma un café o un cóctel, es desde uno de los cafés de la Plaza Cavour. Esta es la plaza principal de Como y punto de partida de las excursiones en barco por el lago.
Las mejores vistas del lago se obtienen desde el propio lago y es por ello que un paseo en barco es imprescindible para poder ver las encantadoras poblaciones que se reflejan en sus aguas y las aristocráticas villas que se asoman en la orilla.

Pero si queremos caminar, un paseo por el Lungo Lario continuando por el paseo de Villa Olmo es igualmente encantador. Durante el paseo nos encontramos con los Jardines Públicos y el Monumento a la Resistencia Europea, y un poco más adelante, una construcción neoclásica levantada en honor al famoso científico de Como, Alessandro Volta, llamado Templo Voltiano. Dentro hay un pequeño museo con algunos de sus instrumentales científicos, objetos personales y documentos de la época, junto a un modelo de la pila eléctrica ideada por Volta.

El paseo culmina en la Villa Olmo, la construcción neoclásica más admirada de la ciudad, construida en 1797 por la familia Odescalchi, sobre proyecto de Simone Cantoni, uno de los arquitectos más importantes del neoclasicismo europeo. Napoleón Bonaparte y Josefina tuvieron el honor de inaugurar esta espléndida villa. Tras la muerte del marqués de Odescalchi en 1824, la villa pasó a manos de Giorgio Raimondi que construyó el embarcadero. De nuevo, volvió a ser escenario de encuentros y visitas históricas. En 1835, la Reina de las Dos Sicilias y la Reina de Cerdeña fueron huéspedes de los Raimondi. La villa también fue testigo de la visita del Emperador de Austria, Francisco Fernando I y María Carolina, del Príncipe de Metternich y del Mariscal Radetzky. Por su apoyo a la insurrección de Como de 1848, los Raimondi tuvieron que huir al cantón de Tesino, periodo durante el cual, el palacio fue secuestrado por los austriacos y convertido, con gran daño, en cuartel. Tras su regreso, en 1856, Raimondi hospedó en la villa a Garibaldi que, recién llegado victorioso de la batalla de San Fermo, se casaría al año siguiente con su hija Josefina. Este matrimonio fue anulado poco después de celebrarse por supuesta infidelidad de Josefina. En 1882, la villa fue vendida al Duque Guido Visconti di Modrone, que realizó extensivas reformas y ampliaciones de la villa y sus jardines. En 1925, la villa fue adquirida por el Ayuntamiento de Como, que la inauguró en 1927 con una gran exposición Voltiana celebrada por el 100 aniversario de la muerte del inventor de la pila. Desde entonces, la Villa, es el corazón de la actividad cultural comasca. En ella se celebran conciertos, representaciones teatrales, congresos y debates.


Como curiosidad, los comascos y turistas pueden disfrutar del Lido de Villa Olmo, una pequeña zona de playa natural con arena y 2 piscinas que permite, además, bañarse en el mismo lago.

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