Mi primera lección.

El apellido, como la sangre, transmite los valores y posee, pues, una significación trascendente como vehículo en el que, los principios propios de la Tradición, así como nuestra identidad familiar, encuentran su cauce…

 

Texto: José Luis Maza de Lizana y Vasco.

Ya me lo decía mi querido abuelo, Don Enrique Maza de Lizana y Sánchez-Rubio, que en paz descanse: “Nunca olvides que llevar tu apellido pesa”. ¿Pesa?, yo, con apenas seis años de tierna vida, sólo sabía, más bien intuía, que pasaban las cosas materiales: un libro, un cuadro, una mesa, pero nunca se me hubiera pasado por la cabeza, y he de decir, sin temor a caer en la petulancia, que por aquel entonces tenía una gran imaginación, que algo tan raro como un apellido, pudiera pesar… Con el paso del tiempo pensé que, o bien mi abuelo me valoraba mucho y creía que era un superdotado, o que su forma de comunicarse conmigo no se adaptaba a mi edad, seguramente, esta última afirmación fuese la más acertada, porque este humilde servidor, no es superdotado, ni falta que le hace para desenvolverse dignamente por este valle de lágrimas.

¿Qué querría decirme con esa palabra, más bien ese concepto, que de vez en cuando utilizaba? Amigos míos, al caer del tiempo, con la madurez personal, entendí que lo que quería decirme no era otra cosa que, valor, y no valor de valentía, sino valor como importancia de una cosa. Esta palabra, actualmente tan en desuso y hasta proscrita, rodeada de un mundo cada vez más nihilista, donde el hombre pasa a ser máquina, donde el alma parece estar condenada al infierno, donde el consumo es la nueva guía espiritual, y los Bancos los nuevos templos, esta primera lección de mi abuelo, digo, y creo que digo bien, está más vigente que nunca.

Tu apellido, tu historia, lo que representa para tu persona, debe convertirse en el faro de tus valores, en tu seña de identidad, tienes que recordar todo lo que tus antepasados han hecho por ti, y no olvidar que lo que tú hagas, también se lo harás a ellos, y me lo decía él, con un apellido que según los últimos estudios se remonta al año 933, vamos que casi se inventó la rueda por esa época, claro, ahora entiendo porque pesaba tanto.

Frente a la vergüenza de la falta de valores, debemos imponer nuestro criterio encarnado en los valores de la nobleza, entendida en el más amplio sentido de su término, como la generosidad, la honradez y la total ausencia de maldad en una persona, en todas sus actitudes, comportamientos y acciones. Y si no, que se lo digan a la pobre niña china de dos años, desgraciadamente fallecida hace unos días, atropellada por dos vehículos y dejada morir por dieciocho personas, que pasaron delante de ella y no hicieron nada por socorrerla, “eso son valores”, eso sí que pesa.

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