Una carta sin abrir.

Resulta insólita la idea de una epístola escrita para no ser leída, más aún cuando se deja en la pequeña “residencia” del destinatario, en el momento en que está “presente”, y “con todo el tiempo del mundo para leerla”.

Texto: Daniel Delfín y Martínez de Velasco. 

Hace un par de semanas, estando en México de vacaciones, conversaba con dos grandes amigos, Alejandro Garza y mi tío Eduardo Martínez de Velasco, hermano de mi madre. Lejos de tener la típica y agotadora discusión política ajena a la diversión de la fiesta, mi tío Eduardo, sabio donde los haya, apasionadamente iba respondiendo a las preguntas que Alejandro y yo le hacíamos, aprovechándonos de su vasta cultura y sus más que divertidas anécdotas. Como hombre sensato que es, no dudó en manifestar su nostalgia virreinal, seguida, por supuesto, de una clara admiración por el Emperador Maximiliano, y la inevitable crítica al presidente Juárez. Todo estaba en regla, un hombre de orden y sin complejos, pero que a los que frecuentamos ese tipo de ambientes, pareciera que nada nos pudiera sorprender del discurso en cuestión. Mientras los adjetivos iban y venían, acompañados de jugosas anécdotas, el orden pareció quebrantarse para admiración de su ya crecida audiencia. «No olvides que Don Porfirio era liberal», contestó sin remordimientos a la pregunta de uno de sus espectadores, «y fue él quien exaltó la figura de Juárez porque creía que el pueblo necesitaba a un héroe». Al decir esas palabras, su cara se ruborizó, como si él mismo hubiera sido el culpable de acción tan atroz. Entonces, elevando la voz exclamó:, «pero dime, ¿qué presidente no ha cometido un error? Menciona uno solo que jamás se haya equivocado.»

La conversación empezó a adquirir un tono más serio, nos habló de su abuelo y de la reverencia con la que hablaba del denostado Don Porfirio, así como del respeto y la buena relación que había existido con el General. Motivado por eso, contaba que, a sus diecinueve años, decidió hacer un viaje a París a visitar la tumba de quien tanto le habían hablado desde niño. «Me imaginaba algo más grande, algo monumental», nos decía. Pero tras la decepción por darse cuenta de la falta de reconocimiento de quien él consideraba algo más que una figura nostálgica de “ tiempos mejores”, entendió que no podía ser de otra manera, que esa pequeña tumba era de mejor gusto que aquellos inmensos monumentos que no hacen más que “diosificar” a los hombres.

Fue entonces cuando mi tío decidió que era hora de cumplir su secreto cometido, sacó un sobre de su bolsillo, e inclinándose un poco, lo echó por debajo de la pequeña puerta que protegía al modesto mausoleo. La carta quedó en el suelo, junto a demás expresiones de admiración que la gente sigue manifestando a quien fuera nueve veces presidente de México. «Pero nunca la va a leer», dijo entre risas un miembro de su audiencia. Mi tío no respondió, él sabía perfectamente que la carta que echó debajo de la puerta en el Cementerio de Montparnasse jamás sería leída, pero era su manera de reconocer y honrar a un hombre olvidado, a quien no le bastaron ganar batallas y dirigir a un país durante más de treinta años para ser digno de una estatua o poner su nombre en alguna escuela u hospital. Ni la pax porfiriana, ni el ferrocarril, ni los teatros, ni el mecenazgo, ni el orden, ni la tradición unida al progreso, nada de lo bueno es recordado, la historia del General Díaz permanece, como permanece en su tumba, aquella carta escrita por un joven de diecinueve años, ignorada, simplemente no leída.

 
 
 

Hay dos tipos de guerreros: los que luchan y los que sostienen a los que luchan. Nosotros ya luchamos pero necesitamos tu pequeña ayuda para seguir haciéndolo.

Si quieres que desde Numen podamos continuar defendiendo los principios del HUMANISMO INTEGRAL, el orden natural, social y espiritual en el que se cimientan nuestra FE Y CULTURA CRISTIANAS; luchando por la dignidad de la PERSONA, de la FAMILIA, la SOCIEDAD y la PATRIA frente a los ataques de las doctrinas materialistas, el relativismo, el marxismo político y cultural, el feminismo radical, la ideología de género, y el N.W.O. Si quieres legarle a tus hijos y nietos todo aquello que eres, todo en lo que crees, no dejes de ayudarnos. No lo dudes: NUESTRA LUCHA ES TU LUCHA.

Porque OTRO MUNDO es posible, EL TUYO, haznos posibles para LUCHAR POR ÉL: DONA.

Apoya a Numen Digital
Sin comentarios

Deje un comentario

Suscríbete a nuestro Boletín semanal